No eres quien yo creía
El libro de Nathalie Heinich, La gloria de Van Gogh, mostró que este pintor, lejos de haber sido ignorado o incomprendido, fue celebrado por la crítica y es poco creíble que su fin trágico deba atribuirse a decepciones profesionales. Eso no impidió que biografías y estudios sobre su trabajo armaran una resonancia con motivos religiosos, extraídos del repertorio de la santidad, para conseguir un sentimiento de deuda colectiva frente al "gran singular" sacrificado por su arte, "en tanto se desarrollan diversas modalidades de absolución individual -por medio de la compra de obras, por la mirada que se posa sobre ellas, por la presencia en los lugares en los que el pintor vivió, se han vuelto lugares de culto-"
-La Sociedad Sin Relato. Néstor García Canclini. 2010